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PODER MUNICIPAL


 

                                                                                                                                  Absalón Méndez Cegarra

En Venezuela, el día 8 de diciembre del corriente año, tendrá lugar el acto de votación para elegir Alcaldes y Concejales Municipales, quienes sustituirán a los actuales cuyos períodos legales de ejercicio están largamente vencidos.

Según algunos articulistas de opinión se trata de una elección más. Algo común en Venezuela. Durante los últimos 15 años, no transcurre un diciembre sin comicios electorales para algo. Tal hecho hace pensar en un país  en extremo democrático, lo que al parecer no es una apreciación correcta, porque tanto unos como otros, cuando el resultado electoral les resulta adverso, pasan la factura al árbitro electoral poniendo al descubierto miles de irregularidades. Para otros opinadores, la presente elección es una suerte de referéndum, un acto decisivo para el presente y futuro del país. Esta elección dirá muchas verdades, entre otras, quien ganó las elecciones de abril del año 2013 y a cuánto asciende el caudal electoral de los rojos y de los multicolores. Otra verdad que saldrá  a flote es la que tiene que ver con el carácter unitario de las facciones en pugna. En el sector oficial la unidad es forzada y no es monolítica. Tampoco, hay obra de gobierno que convoque la voluntad popular y el portaviones electoral ha muerto. Por el contrario, en la facción que se hace llamar opositora, las cosas no andan mejor. La mesa de la unidad sigue siendo una esperanza para aglutinar voluntades, más allá de las fronteras partidistas. Los partidos políticos que la conforman, vestigios de un pasado glorioso en materia de triunfos, ya no gozan del apoyo popular. Lo que se impone, en este momento, es que los partidos se deslastren de ese pasado, dejen a un lado la soberbia y la mezquindad,  lean correctamente la realidad política nacional, admitan sus errores y se confundan con la masa-pueblo para luchar juntos por una Venezuela, mejor, una Venezuela posible, de todos y para todos, un país de paz y de bienestar. Es inadmisible, la lección de fraccionalismo que la mesa de la unidad está dando al país en Municipios como El Hatillo, Estado Miranda, o, lo que se  avizoraba en El Municipio Libertador, con la participación de más de dos candidatos de oposición para frenar un coloso electoral, como el actual Alcalde, dueño y señor del mundo electoral venezolano.

Venezuela, ha decidido desde hace mucho tiempo que los cambios políticos necesarios y posibles deben alcanzarse por la vía electoral. Las elecciones de Alcaldes y Concejales Municipales es, sin duda alguna, una aceptación-reivindicación de la descentralización como modelo organizativo de la actividad  del Estado venezolano. De no ser así, carecen, totalmente, de importancia y significación.

El Poder Público en Venezuela, en conformidad con las disposiciones de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CTBV), se divide en Poder  Público Nacional;  Poder Público Estadal; y, Poder Público Municipal. Esta división del Poder Público, refiere, aunque se niegue, a la condición de Venezuela como Estado Federal. Ilustres constitucionalistas, como el Doctor Ambrosio Oropesa, entre otros, ha dicho  en una de sus obras escritas, que: “Venezuela es un Estado Centralista con ribetes Federales”. Y, efectivamente, es, así, el federalismo, a decir de la propia Constitución es una simple referencia porque la vocación de los gobernantes venezolanos es el centralismo; pero, ante esta realidad hay que hacer valer una circunstancia muy importante, el federalismo para el gobierno actual es una de las raíces que le sirven de base de sustentación política e ideológica. Ezequiel Zamora y su guerra federal, junto con Simón Bolívar y el ilustre maestro Don Simón Rodríguez, conforman el árbol de las tres raíces que enarboló y enarbola la “revolución bolivariana”; por consiguiente, el federalismo tiene protagonismo destacado y se requiere hacerlo efectivo.

El Poder Municipal, el Municipio, lo define la CRBV, artículo 168, así: Los Municipios constituyen la unidad política primaria de la organización nacional, gozan de personalidad jurídica y autonomía dentro de los límites   de esta Constitución y de la ley. La autonomía municipal comprende: 1. La elección de sus autoridades. 2. La gestión de las materias de su competencia. 3. La creación, recaudación e inversión de sus ingresos (…) Los actos de los Municipio no podrán ser impugnados sino ante los tribunales competentes, de conformidad con esta Constitución y con la ley”.

Si el Municipio es la base, la célula primaria de la organización política nacional, es, por tanto, la persona jurídica menor más importante dentro del ordenamiento jurídico venezolano en cuanto se refiere a la distribución del poder político, por lo que no se explica el trato indiferente, hasta despreciativo, que el gobierno central confiere a la entidad municipal y la actitud sumisa que Alcaldes y Concejales Municipales mantienen frente al gobierno central, inclusive, alterando expresas disposiciones constitucionales, relacionadas con su personalidad jurídica y su autonomía, al marginarlos a favor de, por ejemplo, las “comunas”, las cuales podrán tener fundamento legal; pero, no constitucional.

Los resultados electorales del 8 de diciembre podrán alimentar o no el fortalecimiento de la descentralización territorial en nuestro país. Si el triunfo se reparte por igual en número de Alcaldes y Concejales  Municipales o en proporciones cercanas, Alcaldes y Concejales, opositores y no opositores,  deben conformar un frente común, una masa crítica, para oponerse, con fundamento constitucional y legal, al Poder Público Nacional. El Municipio no puede seguir siendo el pariente pobre de la organización política nacional, toda vez que es su parte fundacional más importante.

Lo dicho por algunos personeros gubernamentales sobre la desaparición del Municipio y su sustitución por las “comunas” debe ser rechazado contundentemente por la opinión pública nacional, y, si esa es la intención gubernamental sería un gran irrespeto al elector venezolano, al  convocarlo a una elección que tiene, en su fuero interno, la intención de colocar la lápida al gobierno municipal.

 

 

 

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