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Declaración del 06-08-2013


                                                               DECLARACIÓN 06-08-2013

 

                                                                                                                         Absalón Méndez Cegarra

El  receso vacacional colectivo, acostumbrado en el sector universitario y en el sistema educativo nacional en general, está próximo a culminar. Este receso se inició, en parte importante de las Universidades Públicas Nacionales, en el marco de un conflicto gremial y académico que mantiene suspendidas las actividades, fundamentalmente, docentes,  desde hace más de tres meses. La suspensión de actividades se produjo por mandato de las bases profesorales, reunidas en asambleas, con participación abierta y plural de todas las corrientes de pensamiento; por consiguiente, con opiniones a favor y en contra, como tiene que ser en un ambiente académico plural y democrático;  inclusive, en algunas asociaciones de profesores, fue necesario someter a consulta, mediante referendos, la materia en cuestión, lo que alentó a  sectores adversos a la decisión mayoritaria de suspender actividades académicas,  a utilizar la vía jurisdiccional en búsqueda de amparo ante una supuesta violación del derecho constitucional a la educación, en clara demostración de querer criminalizar la protesta.  Los motivos que han propiciado el conflicto universitario actual son ampliamente conocidos por la opinión pública y, ésta, mediante múltiples manifestaciones, ha brindado su apoyo solidario, entre otras razones, porque, comparte la motivación y la hace propia, por cuanto se trata de la lucha por superar  las precarias condiciones generales de trabajo a las que ha sido sometido, inexplicable  e injustificadamente,  el profesorado universitario en Venezuela, así, como buena parte de los trabajadores venezolanos.

Nadie pone en duda los avances cuantitativos en materia de educación universitaria logrados en el país en los últimos quince años, así como el esfuerzo inicial para recuperar espacios que le habían sido arrebatados a las Universidades; igualmente, el establecimiento, como garantía constitucional, de la autonomía universitaria  y el cumplimiento de algunas obligaciones laborales, como es el caso del pago parcial y progresivo  de las  prestaciones sociales de los trabajadores universitarios; pero, estos logros indiscutibles, se nublan con la aplicación de una política de desconocimiento, condena y rechazo de  históricas organizaciones gremiales, tal es el caso de la Federación de Asociaciones de Profesores de Venezuela (FAPUV), de las Normas de Homologación y demás   acuerdos federativos, alcanzados en el pasado reciente, constitutivos de la defensa del salario profesoral, de su preservación ante la pérdida del poder adquisitivo de la moneda, por efectos de la inflación, y de otros beneficios de carácter socio-económicos que, permitían, mantener ciertas condiciones  de vida, más o menos decentes, en la academia venezolana.

El conflicto universitario no ha cesado y, podría decirse, que recién comienza, aun cuando, en opinión muy personal,  nos encontramos con hechos objetivos que permiten que las bases profesorales acuerden reiniciar las actividades suspendidas justificadamente. Estas condiciones objetivas, para utilizar un lenguaje muy de moda en los momentos de esplendor del pensamiento socialista, son, entre otras,  el reconocimiento de la FAPUV y la creación de un ambiente favorable a la participación y el diálogo. Ciertamente, que estas condiciones objetivas se producen ligadas  a una suerte de  camisa de fuerza: la Convención Colectiva Única (CCU), suscrita entre el gobierno nacional  y un importante sector de organizaciones sindicales representativas de gran número de trabajadores universitarios, en la que la FAPUV no participó, por lo tanto,  no es suscribiente de la CCU, tampoco, adherente. Las circunstancias conflictivas y la disposición de aminorar el conflicto social que se potencia en el país,  han determinado que factores de la cúpula civil y militar que gobierna la nación, entiendan la justificación del reclamo profesoral  y ordenen a los entes ministeriales  con competencia en la materia,  escuchar y atender dicho reclamo. Así, las cosas, luego de una reunión muy importante, celebrada entre las autoridades del Ministerio de Educación Universitaria y los miembros de la Asociación Venezolana de Rectores (AVERU), se acordó abrir espacios para la participación y el diálogo, como se ha dicho supra,  razón por la que la FAPUV es convocada a la mesa de conversaciones, en un clima de franco respeto y consideración.

Luego de varias reuniones en las que la FAPUV y la AVERU expusieron sus razones ante las autoridades ministeriales, con el Vice- Ministro de Planificación, Profesor Humberto González, a la cabeza, se creó el clima propicio para el entendimiento, luego que los Rectores, hicieran saber,   que, si bien es cierto,  no fueron tomados en cuenta en la discusión de la CCU, en definitiva, ellos, van a ser los administradores, junto con los trabajadores, del contenido convencional.

Con este telón de fondo, el día 6 de agosto del año en curso, se llega a unos acuerdos básicos, expresados mediante una Declaración, la cual es suscrita, formalmente, por la representación del MPPEU-OPSU, AVERU y la FAPUV;  es más, la misma,  la suscribe  una  de las partes de la representación sindical  firmante de la CCU, lo que  da a la Declaración una gran fuerza obligacional.

El ambiente universitario no es nada fácil. Es sumamente polémico, crítico y cuestionador. Podemos afirmar, que, en la Universidad venezolana,  resulta difícil  que sus miembros  acuerden algo, por importante que se considere. Siempre hay un sector que se opone, con o sin razones para ello. La Declaración en referencia no ha sido ni será la excepción. Hay sectores que discuten por qué no se firmó un Acta;  por qué no es un Acuerdo;  la Declaración  no establece ninguna cláusula  que garantice  su cumplimiento; y, mil cosas más, por el estilo.  Todo lo dicho es cierto. Hay que estar en el centro del huracán para saber la fuerza que tiene el viento. La Declaración, en nuestra opinión, repito, estrictamente personal, no involucra a nadie más, es de extraordinaria importancia, en ella se establecen acuerdos y reconocimientos fundamentales que dan un curso distinto a las conversaciones y a la manera de conducir, en adelante, las relaciones entre los trabajadores y sus empleadores directos: las Universidades. Su cumplimiento, no depende del gobierno, sino de la firme  voluntad  de los trabajadores universitarios. El  contenido de la Declaración será tratado en próximo artículo.

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