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 POBREPROFESOR UNIVERSITARIO DE VENEZUELA

Absalón Méndez Cegarra

Una nueva palabra o término se ha incorporado al léxico universitario y nacional para dar cuenta o describir la realidad que viven los profesores universitarios de Venezuela: pobreprofesor. El origen del término, según nos han informado, es andino, merideño, concretamente, y, se explica claramente, porque como bien lo señaló el insigne merideño Mariano Picón Salas, Mérida es una ciudad dentro de una Universidad. La Ilustre Universidad de Los Andes es Mérida y Mérida es la Universidad. Se cuenta, que, en tiempos anteriores, los limpiabotas instalados en la Plaza Bolívar de la ciudad de Mérida, llamaban doctor a quien pasaba por la Plaza vestido de traje y corbata, por lo general, profesores universitarios en camino hacia la vecina Universidad. Y, bachiller, a quien vestía ropa casual. Una forma interesante de clasificación social, utilizada para identificar a los dos grandes actores universitarios: profesores y estudiantes.

En el pasado colonial y en los albores de la vida republicana de Venezuela, la Universidad era una de las principales y más importantes instituciones de carácter eclesiástico y civil. Ella, tanto ayer como hoy, albergó y alberga, la búsqueda de la verdad mediante el estudio y la investigación. Todo ello, como bien reza la Ley de Universidades vigente (1970), puesto al servicio del país y a la solución de los problemas nacionales.

La vida de la Universidad venezolana no ha sido rectilínea, al contrario, ha sido zigzagueante hasta nuestros días. La figura del profesor universitario, llamado catedrático en los primeros tiempos, pues la Cátedra es la célula fundamental de la organización universitaria, fue respetable y respetada, expresión y manifestación de estatus, valoración y reconocimiento social. La titularidad de una Cátedra se alcanzaba mediante un exigente y riguroso concurso de oposición. Para ser profesor universitario, catedrático, se requería cumplir con una serie de requisitos académicos y sociales. El profesor, luego de 20, 25 o 30 años de servicio obtenía el derecho a la jubilación y a percibir una renta vitalicia por la Universidad. La jubilación era un título: “catedrático Benemérito”, otorgado por el Rector y la Junta General de la Universidad. (Ver Capítulo XVI, De los Catedráticos. Estatutos Republicanos de la Universidad Central de Venezuela).

La valoración del trabajo académico era lo de menos, valía más el prestigio social y, sin embargo, la renta percibida por los catedráticos era de las más altas percibidas en el país para el momento.

El renacer democrático venezolano del año 1958 dotó a la Universidad de un nuevo estatuto: la Ley de Universidades. Ley que reconoce la función ductora de la Universidad, la autonomía universitaria, la importancia de su personal docente y de investigación y la obligación de la Universidad de velar por el bienestar de los miembros que la integran.

De 1958 a 1999 la Universidad venezolana sufrió reveses, ataques, allanamientos, insuficiencias presupuestarias, etc. pero, ningún agravio comparado con el vivido con la mal llamada “revolución bolivariana” y los gobiernos de Chávez y Maduro.

Estos dos gobiernos han postrado y reducido a la nada a la Universidad nacional. Han condenado a una muerte lenta, pero, segura a los trabajadores universitarios, los ha desvalorizado totalmente y llevados a vivir una vida miserable, indigna de cualquier ser humano, máxime si este ser humano,

realiza y cumple la enaltecedora y noble misión de educar y formar a los profesionales que la nación necesita para su crecimiento, progreso, desarrollo y bienestar.

Los gobiernos de Chávez y Maduro han maltratado hasta el máximo al profesorado universitario, lo ha reducido a la pobreza, a una pobreza extrema, de ahí, el nuevo término: pobreprofesor universitario. Los profesores universitarios somos los nuevos pobres del país. Pobres de solemnidad. Carecemos de salarios dignos y decentes, de seguridad social, de servicios médico asistenciales, de oportunidades de recreación y uso del tiempo libre, en fin, tenemos las peores condiciones generales de trabajo del país. El gobierno nacional, en ejecución de un plan preconcebido, fue acabando progresivamente con la rigurosidad académica, con la forma de ingreso a la Universidad como docente, con la contratación colectiva como medio para regular las condiciones de trabajo entre la Universidad y sus profesores, la jerarquía académica universitaria, las Normas de Homologación, los acuerdos federativos y aportes para la previsión social y la atención médica odontológica, las cajas de ahorro, los institutos de previsión social, con el carácter patronal de las Universidades, con los gremios y sindicatos, el mantenimiento de las instalaciones físicas, la dotación de bibliotecas y laboratorios, con las providencias estudiantiles, la seguridad y custodia de personas y bienes, y, por supuesto, con la autonomía universitaria.

El gobierno nacional, una vez eliminado todo signo de reivindicación y conquistas laborales, se ha empeñado en cercenar la vida universitaria mediante la usurpación de funciones administrativas propias de la Universidad; aprobación casi unilateral de la Convención Colectiva Única del Sector Universitario, la cual no se cumple; auspicio del paralelismo sindical; creación de una institucionalidad inútil en materia de atención médica odontológica (SISMEU); violación de los principios laborales constitucionales y negativa a pagar a valor presente las prestaciones sociales del personal retirado y jubilado.

Resulta conveniente recordarle al presidente Maduro, a la Ministra de Educación Universitaria y a los acólitos del movimiento sindical oficialista, la tabla salarial del profesorado universitario de Venezuela vigente desde hace dos años. Un profesor Titular, a Dedicación Exclusiva, con más de 25 años de antigüedad, percibe como salario básico o tabla, la cantidad de Bs. 522,16, equivalente, a $17,40, menos de un dólar diario, cifra que califica la pobreza extrema de una persona, fundamento esencial de la pobrería profesoral. Otro ejemplo importante. El año pasado, el llamado bono vacacional fue pagado fraccionadamente; sin embargo, en total, el mismo profesor titular, percibió el equivalente a 1.122 dólares. El bono vacacional de hoy, equivale a un quinto del pagado ayer. Los pobreprofesores, es otro logro de la “revolución bolivariana”. Hecho en socialismo.

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