MADURO: ENEMIGO DEL TRABAJO
Absalón Méndez Cegarra
Absalón Méndez Cegarra
El trabajo, como
actividad de los seres humanos, es el medio por excelencia para la
realización personal. La actividad laboral ha tenido y tiene amigos y
enemigos. La historia de la humanidad revela distintos momentos y
concepciones del trabajo. Se le ha considerado como actividad propia de
las personas consideradas de menor categoría social (esclavitud), un
oficio de menor valía, castigo y forma de explotación del hombre por el
hombre. Totalmente opuestas a estas concepciones tenemos otras que
valoran el trabajo como algo consustancial a la naturaleza humana,
proceso de socialización, medio mediante el cual el ser humano
transforma la naturaleza para producir los bienes que le permiten
satisfacer sus necesidades.
La historia de la humanidad es la
historia del trabajo. Es la historia del desarrollo de los medios e
instrumentos de producción que le han permitido al ser humano llegar
hasta nuestros días, con realizaciones que causan asombro. Los medios e
instrumentos de producción han alcanzado desarrollos inimaginables,
que, el sólo pensar en ellos, produce inquietud e incertidumbre,
fenómeno que ha llevado a muchos analistas e intelectuales a hablar del
“fin del trabajo”, para referirse a los avances científicos y
tecnológicos que han permitido en muchos campos sustituir el trabajo
humano por robot, inteligencia humana por inteligencia artificial,
máquinas, cerebros mecánicos que desplazan fuerza de trabajo,
especialmente, hasta hoy, en áreas laborales caracterizadas por la
repetición de movimientos, cálculo, etc., tal es caso, por ejemplo, de
vehículos que no requieren conducción por un ser humano, para citar,
quizá, el menos importante; pero, sí, el más gráfico, de esta IV
revolución industrial.
El trabajo de los seres humanos es el que
ha hecho grandes y desarrollados a los pueblos del mundo. La riqueza de
las naciones no está en los recursos naturales que poseen. Estas
riquezas no significan nada sí no existe un capital humano formado y con
capacidad para transformar los recursos naturales, en bienes y
servicios, en productos necesarios a los seres humanos. Pueblos, como el
alemán, japonés, inglés, el norteamericano, israelita, para solo citar
algunos, son grandes porque han logrado construir un poderoso aparato
productivo industrial sobre la base del desarrollo de la ciencia y
tecnología, en fin, sobre la base del trabajo y más trabajo.
Louis.
René Nougier, en el Libro Primero, La Prehistoria, de la Historia
General del Trabajo, Editorial Grijalbo, 1965, pp.18-19, señala, que:
“Las “clases” aparecen con las primeras herramientas (…) El verdadero
trabajo se convierte en patrimonio de los verdaderos hombres. Nacido,
desde sus orígenes, de diferencias manuales e intelectuales
individuales, el trabajo crea una jerarquía social (…) Rápidamente la
jerarquía de los trabajadores se enriquece (…) La organización del
trabajo es pronto compleja, como son varias las condiciones del trabajo y
diversas la sujeción y el género de vida de los trabajadores”.
Al
parecer, todo lo que tiene que ver con el trabajo no quita el sueño al
señor Maduro. Con razón, quienes lo conocen de su pasantía por la
Compañía Metro de Caracas, hablan de él como un flojo redomado, reposero
hasta más no poder, se hizo sindicalista, no, para luchar por las
condiciones laborales de sus compañeros, sino para justificar su
permanente ausencia del trabajo.
El primero de mayo se celebra en
Venezuela el Día del Trabajador”. El Presidente de la República
acostumbra asistir a una de las concentraciones que organizan los
trabajadores para celebrar el Día,
Este año, no será la
excepción. Un hombre como Maduro, enemigo del trabajo, debería
abstenerse de asistir, pues, no tiene nada que decir que no sea la
creación de una sociedad del no trabajo, del parasitismo social, grandes
logros de la gestión madurista. Un país destruido totalmente, en
ruinas, que requieren trabajo y más trabajo de sus habitantes, Maduro lo
obstaculiza, lo frena. Cada vez que se le antoja, por su pereza
acostumbrada, suspende actividades, decreta asuetos injustificadamente,
para que nadie, al igual que él, trabaje; pero, al mismo tiempo, decreta
aumentos salariales, bonos por no trabajar, lo cual revela un estado de
ignorancia que, en buena medida, nos ha llevado al lugar donde nos
encontramos, pues, cómo puede un empleador privado pagar aumentos de
salarios y bonos a unos trabajadores que no acuden a sus centros de
trabajo, que no producen nada, de dónde pueden salir esos recursos. Para
Maduro, es fácil, prende la máquina de fabricar billetes sin valor
alguno: el BCV.
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