OPOSICIÓN VENEZOLANA RIDÍCULA E INDIGNA
Absalón Méndez Cegarra
La ciudad de Bogotá, en la hermana República de Colombia, durante la semana que recién finaliza, fue escenario de una Conferencia Internacional, convocada por el presidente Petro, de Colombia, para tratar asuntos relacionados con el proceso político de Venezuela.
La reunión en referencia no debe desestimarse y considerarse como demostración de un gran interés del presidente Petro y de quienes acudieron a la cita, por la situación política y, más aun, la económica y social de nuestro país. No es un acto más. El mismo debe entenderse como una acción orientada, política e ideológicamente, a fortalecer al gobierno de Nicolás Maduro, como parte de la creación de una entente que busca consolidar a la nueva izquierda latinoamericana y, así lo hizo saber el presidente Petro en la sesión inaugural de la Conferencia, ante la representación de los gobiernos y representantes de organismos internacionales que asistieron al evento.
Lo que sucede en Venezuela es asunto de los venezolanos y de nadie más. Ya hemos vivido y a un altísimo costo, la experiencia de la ayuda y la cooperación internacional. Los resultados de la misma han sido nefastos para el país. La ilegalidad e ilegitimidad del gobierno de Nicolás Maduro fue reconocida por más de 50 países de la comunidad internacional y sus actuaciones han dado lugar a que se le inculpe por violación de derechos humanos y por la comisión de delitos calificados por el Estatuto de Roma como de lesa humanidad, para referirnos exclusivamente a este tipo de delitos y, no, a la destrucción general de la sociedad nacional, su aparato productivo y el tejido social; por consiguiente, carece de total sentido, a no ser por otro interés, abierto o encubierto, que el vecino presidente Petro, se tome la molestia de llamar a la comunidad internacional para ver cómo se resuelve el acontecer político nacional, sin que tal cita esté precedida de una condena internacional al gobierno de la nación, sobre todo cuando la Conferencia se convoca en el momento en el cual las bases de la fuerza política que sostiene al régimen chavista-madurista se estremece por la más gigantesca ola de corrupción que carcome por dentro al gobierno y, en la cual, la cabeza del mismo, es el principal y más importante responsable de la erosión económica, política, social, moral y cultural que ha ido progresivamente, ante la mirada indiferente de la comunidad internacional, minando las bases de la sociedad nacional.
A la Conferencia Internacional sobre el proceso político de Venezuela han acudido muchos personeros de países del mundo, aliados y no aliados de Venezuela, tal es el caso de los EEE.UU y de la Comunidad Europea y, a la misma, ha sido llevada una supuesta representación de la mal llamada “oposición política venezolana”, con el fin de retomar un proceso de negociación entre gobierno-oposición, uno más, que permita llegar a acuerdos, no sobre la destrucción nacional, sino sobre una supuesta necesidad de tener el próximo año, 2024, unas elecciones “libres y transparentes,” para sustituir, por esta vía eleccionaria, al gobierno cívico-militar, más militar que cívico, entronizado en el país desde el año 1999., lo que ratifica el hecho respecto a procesos electorales realizados anteriormente, los cuales, a juzgar, por el objetivo de la convocatoria a la cita internacional colombiana, no han sido “libres ni transparente”, justo los procesos electorales que han llevado al poder a la camarilla que nos desgobierna, procesos en los que voluntariamente ha participado la supuesta oposición, alcanzando, según algunos observadores, el triunfo electoral, desconocido por el gobierno, lo que revela que el problema no son las elecciones, sino algo más.
A Colombia han concurrido las mismas caras opositoras de siempre y, llama a curiosidad, que, el líder de esa oposición durante varios años, Juan Guaidó, reconocido por buena parte de la comunidad internacional como presidente interino de la República, porque al actual, Nicolás Maduro, se le considera, por los mismos actores, “usurpador”, no fue invitado y, al hacerse presente, regular o irregularmente, se le expulsa de Colombia y envía a los Estados Unidos, ante la mirada complaciente, sumisa y obediente de sus compañeros opositores venezolanos, quienes, permanecieron en la Conferencia sin inmutarse ni molestarse, entre otras cosas, por la falsedad, el engaño y la mentira del objeto de la convocatoria internacional de Petro.
Con el anterior comportamiento, la delegación opositora de Venezuela, se mostró ridícula e indigna y, tal conducta, no es la primera vez que sucede, ya es costumbre entre unos señores que se han autonombrado representantes de la gran mayoría de los venezolanos, mayoría que repudia y rechaza el actuar gubernamental; pero, también, el de los opositores, que no son tales, sino verdaderos aliados y servidores del régimen chavista - madurista, factor de apoyo fundamental para su mantenimiento en el poder.
La Conferencia colombiana ha vuelto, nuevamente, al trillado argumento del diálogo y la negociación, a sabiendas, que tal cosa no es posible, solo creíble por unos opositores que viven muy bien fuera del país, haciendo uso de prebendas muchas de ellas concedidas por el gobierno nacional y por el interino.
El gobierno de Venezuela ha dicho hasta la saciedad que no habrá diálogo y negociación, ni vuelta a México, hasta tanto no haya, nada más y nada menos, que suspensión de las sanciones a los destructores de la nación; entrega inmediata de una enorme suma de dinero, previamente acordada, para seguir engrasando la corrupción,; suspensión de las denuncias ante la Corte Internacional sobre los crímenes de lesa humanidad que se le imputan; y, liberación de un falso diplomático colombo-venezolano, privado de libertad en los EE.UU, acusado de la comisión de varios delitos.
A un proceso de negociación se asiste sin condiciones previas. La oposición venezolana, parece no entender esto y, no lo entiende, simplemente, porque le interesa seguir en la jugada creada por el gobierno nacional.
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