GERONTICIDIO
Absalón Méndez Cegarra
Por las redes sociales se ha
divulgado un vídeo sobre un tema sumamente interesante el cual ha adquirido
extraordinaria importancia en nuestros días. Un señor, al parecer ecuatoriano,
no se identifica y, tal cosa importa poco, pues, el tema está en boca de todos
los seres humanos, hace un análisis de la posición reciente de altos
mandatarios y funcionarios de algunos países del mundo, a saber: el Gobernador
de Texas, Estados Unidos; un Ex presidente del Fondo Monetario Internacional;
y, del Ministro de Finanzas del Japón, quiénes, al unísono, se han pronunciado
felicitándose y estimulando la muerte de las personas viejas, con lo cual los
Estados se liberan de gastos sociales. Faltó incorporar en la lista a Pablo
Iglesias, del partido Podemos y, en mala hora, actual Vice-presidente de España
y asesor del gobierno de Venezuela. Y, al Presidente de Argentina que ha hecho
lo mismo.
Tal parece que la pandemia del covid-19 es la culminación de una
guerra contra los viejos declarada años atrás, décadas de los años 80, cuando
organismos internacionales y gobiernos se alinearon con el neoliberalismo y vieron en la seguridad social y, en
especial, en los regímenes de pensiones,
un negocio lucrativo; y, para obtener
mayor provecho de él, debían eliminarse los factores de mayor riesgo, consecuencialmente,
mayor gasto, entre otros, el pago de pensiones a las personas con derecho, es
decir, los viejos, las personas de edades avanzadas.
Lo que en un principio se
consideró un gran logro de la humanidad y uno de los cambios demográficos más
importantes de los últimos cien años, hoy, está considerado como algo
perjudicial para el desarrollo económico de los países del planeta. Nos
referimos a la tendencia al envejecimiento de la población debido a una mayor
esperanza de vida al nacer, producto de la disminución de las tasas de
mortalidad, natalidad y fecundidad y de los indiscutibles avances en la ciencia
y tecnología médica, industria farmacéutica y de alimentos y las políticas de
salud implementadas en la mayoría de las naciones.
A las generaciones de personas
que lograron transformar el mundo con la revolución industrial y grandes
descubrimientos e inventos científico-tecnológicos; sacar a Europa y al mundo anglosajón de la miseria dejada por la primera y segunda
guerra mundial, la guerra civil española,
grandes pandemias, las crisis del capitalismo, la gran depresión
económica de los años treinta del siglo pasado; y, para el caso de los países
de América Latina, avanzar en su proceso
de modernización, se les cobra ahora su participación en dichos procesos y se
les condena a una muerte segura como castigo por haber llegado a viejos y hacer
que los Estados nacionales gasten en ellos los recursos económicos que ellos
mismos lograron obtener y acumular. La
gran paradoja.
A esta condena a muerte de los
viejos, adultos mayores, ancianos o gerontes, como se les quiera llamar, es a
lo que el autor del vídeo en referencia ha denominado “geronticidio” o
“gerontocidio” es decir, un nuevo tipo penal, delictivo, consistente en una
conducta abiertamente asesina y criminal en contra de la población vieja.
El ataque a la población vieja se
inició cuando en los países que habían instaurado regímenes de jubilaciones y
pensiones para la población vieja comenzaron a evidenciar signos importantes en
la composición del gasto público social como consecuencia del pago de pensiones
y una mayor inversión en materia de salud pública, lo que ocurrió cuando la
población afiliada a los primeros regímenes de pensiones, como parte de las
prestaciones de los sistemas de seguros sociales, alcanzaron la edad
cronológica establecida en la regulación de dichos regímenes pensionales.
En los primeros regímenes de
pensiones por vejez el requisito de edad cronológica para pensionarse por vejez,
se hizo coincidir con la esperanza de vida al nacer (55 años la mujer, 60 años
el hombre), razón por la que el pago de pensiones casi debía realizarse en los
cementerios.
La esperanza de vida al nacer se ha prolongado considerablemente,
en promedio mundial, superior a los 70
años, mayor en las mujeres que en los hombres;
significa, que, la mujer, que se
pensiona por vejez a los 55 años, puede depender del pago de pensión un
promedio de 25 años y el hombre un promedio de 20 años, situación que ha
alarmado a los gobiernos, organismos financieros internacionales y a los
administradores de fondos de pensiones y ha propiciado la guerra de exterminio
que se adelanta en contra de los viejos, conducta abiertamente inhumana e
incomprensible, a la cual debemos oponernos con fuerza y rechazarla totalmente, pues, las pensiones, en ninguna parte del
mundo, son dádivas o regalos, son prestaciones sociales pre-pagas. El viejo
pensionado de hoy pre-pagó la pensión por vejez que hoy disfruta.
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