LUIS ALMAGRO LEMES
Absalón Méndez Cegarra
En los últimos días, a
raíz de los acontecimientos que se viven en Venezuela, varias voces han
señalado, con sobrada razón, que Luis Leonardo Almagro Lemes, es el
uruguayo más venezolano que tenemos. Luis Almagro, es abogado de
profesión, político y diplomático de carrera, quien ha representado a su
país, Uruguay, en varias misiones diplomáticas. En el año 2015, fue
elegido Secretario General de la Organización de Estados Americanos
(OEA) y, desde esa posición, se las ha jugado todas en favor de
Venezuela.
Almagro, ha recibido todo tipo de críticas, insultos,
improperios y se le ha acusado de todo lo imaginable e inimaginable.
Pero, la consecuencia y lealtad con la causa de los venezolanos se ha
mantenido impertérrita, inquebrantable. Es, sin duda alguna, el mejor
aliado que tenemos los venezolanos para salir de la pesadilla que nos
agobia desde hace 20 años y para que los responsables de los numerosos
crímenes de lesa humanidad reciban el merecido castigo.
La deuda
que hemos adquirido los venezolanos con Luis Almagro es impagable; pues,
no existe mejor interlocutor y conocedor de nuestra realidad que él,
con la fuerza y valor para darla a conocer al mundo entero, al costo que
sea.
Almagro, con serenidad envidiable, sin perturbarse, en el
seno de la OEA y fuera de ella, escucha, con paciencia, hasta el más
brutal de los insultos. No se inmuta. Acostumbra responder, casi
siempre, por escrito, para decir, exactamente, lo que quiere decir, como
buen diplomático. Sus informes son lapidarios. Objetivos. Bien
fundamentados. Difíciles de rebatir. Sus acérrimos enemigos, ganados por
defender al pueblo venezolano, no encuentran como salirle al paso a
este hombre que habla de nuestro país con propiedad y autoridad
absoluta, como el mejor de los analistas y conocedores patrios, lo cual
le ha reportado una gran raigambre en la comunidad internacional al
punto de congregar en la OEA un importante grupo de países de la región
que le acompañan en su posición venezolanista e, igualmente, fuera de la
región.
Almagro, ha sido gran impulsor de la necesidad de
recaudar en la comunidad internacional ayuda humanitaria para Venezuela,
pues conoce a ciencia cierta nuestras penurias por la falta de
alimentos, medicinas, servicios médicos y la violación plena de los
derechos humanos. Como un venezolano más, opuesto a la dictadura que
tenemos, impuesta desde afuera, se presentó en la ciudad colombiana de
Cúcuta, al lado de los Presidentes de Colombia, Chile y Paraguay, para
acompañar al Presidente legítimo de Venezuela, Juan Guaidó, en la
entrega, por parte del gobierno de Colombia, de la ayuda humanitaria
recibida en el centro de acopio instalado en ese país limítrofe y
hermano. Luis Almagro, en la frontera colombo-venezolana, presenció de
cerca las atrocidades del usurpador venezolano y la deshumanización de
un régimen político que desprecia a su pueblo, a sus nacionales, quien
optó por la violencia oficial, la represión brutal, el derramamiento de
sangre, la destrucción de bienes necesarios a la población venezolana,
en desmedro de la civilidad, aquiescencia pacífica de la entrada de la
ayuda humanitaria, solidariamente enviada por países amigos y nuestros
hermanos aventados por la dictadura residentes en el exterior. Esta es
la verdadera cara de la dictadura. Las caretas han rodado por el suelo.
Sí, algo faltaba por ver para confirmar el contexto político, social y
económico en el que vivimos los venezolanos, ya lo hemos visto todo. La
comunidad internacional, nuestro brazo principal de ayuda, tiene nuevos
hechos para Terminar de descubrir hasta qué punto puede llegar un
dictador enemigo de su pueblo. Hasta masacrar, mediante vandálicos
mercenarios, a sus compatriotas, y dejar morir de hambre y por
enfermedades curables a millones de seres humanos que claman por recibir
ayuda que un mal gobierno les niega con maldad.
Luis Almagro,
en nuestra opinión, seguramente, no del gusto de algunos, marca un antes
y un después en la Organización de Estados Americanos. Almagro, como
Secretario General de la OEA, ha transformado a la Organización. Esta ha
dejado de ser un espacio para la complacencia y la complicidad de
cancilleres y embajadores, para los halagos y grandes recepciones;
ahora, la OEA, muestra otra cara, a propósito de la situación
venezolana. Almagro, la ha convertido en un foro para debatir y asumir
compromisos y expresar solidaridad con los pueblos que son sometidos y
avasallados por sus gobiernos. Cuando Venezuela conquiste su libertad,
Almagro debe ser recibido con los honores que rinde un pueblo
agradecido.
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