CONDECORADOS POR MATAR
Absalón Méndez
Cegarra
El año que transcurre ha estado lleno de dificultades.
Han pasado dos meses y medio del año 2019 y hemos vivido largas noches y
días de terror que parecen siglos. Festividades navideñas y de
carnaval han pasado con más pena que gloria, casi desapercibidas. No hay
ánimo para celebrar nada. A las siete de la noche, de cualquier día, la
población se guarece en sus casas. Una especie de toque de queda auto
impuesta. En Venezuela se han acabado muchos lugares de esparcimiento,
inclusive, visitas familiares. Hasta cumplir con familiares, amigos y
vecinos, por la pérdida de un ser querido, va quedando en el olvido. Las
circunstancias, aunque nos neguemos a admitirlo, han venido forjando un
ser venezolano distinto, atípico; sin embargo, todos abrigamos la
esperanza que pronto tendremos un nuevo amanecer, renacerá el venezolano
de siempre: trabajador, alegre y dicharachero.
El envío de ayuda
humanitaria por parte de países amigos en reconocimiento a las penurias
que sufre el pueblo venezolano, por solidaridad humana y, también, por
reciprocidad internacional, se ha convertido en un problema social y
político de incalculables consecuencias.
La ayuda humanitaria ha
sido requerida por factores opuestos al gobierno de Nicolás Maduro;
pero, el gobierno, la niega, por considerar que no hace falta, que el
venezolano no la necesita, vive bien y tiene de todo. Que los
venezolanos no pedimos ni recibimos limosna; más, bien, estamos en
capacidad de regalar, como recientemente lo demostramos, una vez más,
con Cuba. Aquí, el pueblo se muere de hambre y no tenemos medicinas ni
insumos para atender las enfermedades; pero, no importa, tenemos patria y
un corazón grande para dar, lo que es suficiente. La ayuda humanitaria,
según el gobierno, es injerencismo, intervencionismo en los asuntos
internos, es un mecanismo del imperialismo norteamericano para
dominarnos y robarnos nuestras riquezas naturales. ¡Vaya! Discurso
desgastado. Cuba, los países del Caribe, China, Rusia, Turquía, son los
países que nos cambian baratijas por petróleo, oro, diamantes y coltán;
pero, para el gobierno, son Madres Teresa de Calcuta que vienen a
brindar cuidados y protección al pueblo venezolano.
El gobierno
de Maduro, con el impedimento a la entrada de la ayuda humanitaria ha
llegado muy lejos. Facilitarla, le hubiese lavado un poco la cara ante
la comunidad nacional e internacional; pero, más pudo el odio a su
pueblo y la sed de venganza. El gobierno ha cometido, en simultáneo,
tres crímenes de lesa humanidad. Uno, impedir la entrada de la ayuda
humanitaria y quemar los medios que la transportaban. Dos, masacrar y
atropellar a las personas que se congregaron en las fronteras con Brasil
y Colombia para cooperar con el paso de la ayuda humanitaria. Y, tres,
la salvajada de la Vice-Presidenta de Venezuela, al decir, públicamente,
que la ayuda humanitaria venía envenenada, que se trataba de alimentos
dañinos para la salud, adulterados y medicinas vencidas.
Estos
tres hechos, por sí solos, son suficientes para enjuiciar ante las
instancias jurídicas internacionales, a los responsables individuales de
su cometimiento; pero, el gobierno, agrega un hecho más. La fecha,
que, acomodaticiamente, se ha establecido como momento del deceso del
Presidente Chávez, el gobierno la consideró buena y oportuna para
rendirle tributo al Comandante Eterno, condecorando a los militares que
hicieron uso de sus armas para negar la entrada al país de la ayuda
humanitaria. ¡Tremendo mérito! Otorgar y recibir una condecoración por
matar. Por ametrallar a un pueblo congregado para recibir medicinas y
alimentos que pueblos amigos han
enviado para aliviar las
dolencias de los venezolanos. ¡Que tristeza! Indigno es quien confiere
la condecoración como el que la recibe. Hasta ahora, testigos
presenciales de las masacres fronterizas denunciaban como responsables a
los colectivos armados de Bernal y a los reclusos de Varela; pero, ya
sabemos, por el Presidente de la República, que los militares no
estuvieron ausentes. También dieron la cara y, por eso, se les
condecora, pues, el “honor es su divisa”
Pero, todavía, hay algo
más. Un hecho insólito. La Vice-Presidenta de la República, a su plan de
venganza, ha sumado otro factor. Lo sucedido en la frontera
colombo-venezolana, según esta funcionaria, es sólo la muestra de lo que
el gobierno es capaz y tiene en mente hacerles a los venezolanos. A
prepararnos, señores, el gobierno, antes que nadie, ha declarado la
guerra a muerte a los venezolanos. Ojalá, no haya sorpresas. Que los
colectivos se devoren entre ellos mismos.
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