LA DERROTA ES HUÉRFANA
Absalón Méndez Cegarra
La historia es una sucesión de
hechos. La historia de la humanidad, sobre todo, referida a las luchas entre
los seres humanos, grupos, pueblos, naciones, etc, por razones económicas, ideológicas, religiosas, raciales,
políticas, fronterizas, entre otras, es,
siempre, narrada por los triunfadores,
nunca por los perdedores. En las contiendas político-electorales como la
llevada a efecto el 6D en Venezuela, sucede algo similar, razón por la que
suele decirse que la derrota es huérfana, no tiene padre ni madre;
pero, en cambio, la victoria, tiene progenitores y protagonistas. El 6D,
el gobierno nacional y el partido político que le sirve de base de sustentación,
el PSUV, y, más allá, los partidos políticos agrupados en el llamado “gran polo
patriótico” han sufrido una derrota aplastante, derivada de su propia
ceguera y torpeza política, por no decir,
descarado ventajismo, pues, la trampa montada en el pasado reciente con la reforma inconstitucional de la Ley de Procesos
Electorales y la modificación a capricho del Poder Electoral de las
Circunscripciones o Circuitos Electorales,
para beneficiar descaradamente al
partido oficial y desconocer la
existencia de las minorías, hoy, le debe
estar doliendo en el alma al PSUV, dado,
que, sí, ayer, ciertamente, perjudicó a la oposición política, agrupada en
la MUD, hoy, por el contrario, la ha beneficiado de manera considerable, es decir, le ha tocado beber de su propio
veneno, lamentablemente, en perjuicio de las minorías políticas, es decir, de
la representación de sectores importantes de la sociedad nacional, que
postularon como candidatos a Diputados a
personas valiosas del acontecer político, tal es el caso del Doctor Luís
Fuenmayor Toro, quien hubiese sido un tribuno de lujo en la nueva Asamblea
Nacional.
La MUD, en buena lid, ha conquistado
el triunfo electoral, se ha hecho de la
mayoría calificada de la Asamblea Nacional, lo que le permitirá cumplir a
cabalidad y plenamente, sin ataduras de ninguna naturaleza, con las
atribuciones que la Constitución Política de la República confiere a la rama
más importante del Poder Público Nacional, por ser la expresión genuina de la
voluntad popular, a la que deben subordinarse las demás ramas de dicho Poder
Público, sin excusa alguna, para lograr los fines del Estado.
Las Fuerzas Armadas Nacionales
fueron garantes del proceso electoral, como tiene que ser, el cual se desarrolló en paz y tranquilidad,
con un comportamiento cívico envidiable por cualquier país del mundo. Los
resultados obtenidos y el triunfo arrollador de la MUD dejan varias lecciones
que debemos aprender. El pueblo venezolano se hartó de tanto atropello y
vejación, de tanta mentira, demagogia, abuso, corrupción, inseguridad, impunidad, delincuencia, narcotráfico
diplomático y utilización con fines personales y de grupo de los bienes
públicos. Se cansó de tanta incompetencia y mediocridad en el ejercicio de las
funciones gubernamentales. Se cansó de sufrir los rigores de la escasez y el desabastecimiento. Se cansó de
la mentira repetida mil veces de la guerra económica y la guerra mediática. Se
cansó de la destrucción continua del aparato productivo nacional. Se cansó de
la siembra de odio y destrucción de la familia venezolana. Se cansó de la
prédica permanente y atribución de
responsabilidades de nuestras fallas y errores a terceros. Se cansó de una
errática política internacional y de relación con nuestros vecinos y aliados
naturales. En fin, se cansó, del sufrimiento. Dijo, basta, y, echó a andar. El
pueblo, soberanamente, decidió,
simplemente, cambiar de rumbo. Se apartó de las bondades de un populismo
malsano y clientelar, dañino a la dignidad de los seres humanos, y optó, ojalá, y, así sea, por un
sendero distinto que enrumbe a Venezuela
por el camino del crecimiento económico,
del progreso material, progreso social y bienestar de todos los que habitamos
esta pequeña parte del planeta tierra, sin exclusiones de ninguna naturaleza,
sin revanchismos, sin estridencias; pero, tampoco, con complacencia,
impunidad y complicidad con tanto delito
cometido.
La MUD se hizo de la
representación del pueblo soberano, a nuestro entender, con dos tipos de electores: propios y prestados. Los
propios, corresponden a la militancia de las organizaciones políticas que
conforman la MUD. Los prestados, son todos aquellos desafectos de la pesadilla
que nos ha correspondido vivir durante 17 años: militantes del PSUV, obstinados
de tanta utilización y ventajismo; funcionarios públicos humillados y vejados;
y, la pobreza creciente, ocultada con dádivas y mendrugos de pan.
Nicolás Maduro, al reconocer el
triunfo de la MUD, ha dicho una gran verdad. Es necesario saber administrar la
victoria. Pero, la derrota, también, es
necesario saber administrarla. El pueblo venezolano venció el miedo y el
amedrentamiento. Ha demostrado que el poder se debe a la voluntad popular. Esta
voluntad quita y pone gobiernos, pacíficamente, con las reglas del juego
electoral y democrático. Hoy, ha dado un cheque en blanco a la MUD; pero, sí, esta unidad, no se consolida, fortalece y actúa bien y
frustra las esperanzas que fueron depositadas en la misma, dicho cheque será retirado, tengan plena
seguridad. Es un préstamo lo que el pueblo venezolano ha dado a la MUD.
Maduro, en su acostumbrado actuar soberbio,
responsabilizó de la derrota a una fulana e inventada “guerra económica”, para
evadir responsabilidades propias y ajenas e
inculpar e inculparse por la derrota sufrida por el desgobierno que
hemos tenido los venezolanos. El gran perdedor, el más importante derrotado electoralmente el 6D, ha sido, sin duda alguna, el finado Hugo Rafael Chávez Frías, pues, en
realidad, el fue el único que realizó la
campaña electoral del gobierno y del PSUV. Todos los demás militantes
del PSUV se despersonalizaron. Se transfiguraron en Chávez, bajo la
absurda e incorrecta creencia que Chávez sigue siendo un gran elector, un porta
avión electoral. Chávez, murió. No vive. En orden jerárquico, los responsables
de la derrota, son el binomio presidencial Cabello-Maduro y la alta dirigencia
del PSUV, interesada sólo en el disfrute de las mieles del poder, en su
usufructo personal, familiar y grupal. El pueblo venezolano no es ciego. Todo
lo ve. No se puede tapar el sol con un dedo. Estamos seguros, que, sí, el revés
electoral hubiese correspondido a la MUD, como en el pasado, el triunfo
sería de Chávez, pues, bien, atribuyan, también, a
él, la
derrota, para que ésta deje de
ser huérfana.
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