FASCISMO Y VIOLENCIA
Absalón Méndez Cegarra
Estas dos palabras, en apariencia,
con significados distintos, pueden, en la práctica, considerarse sinónimos, y,
así, han de entenderse en el discurso oficial, gubernamental, actual en
Venezuela. El fascismo, término que proviene del italiano fascio (haz, fasces)
y del latín fasces, es la denominación de una organización o movimiento político-ideológico nacido
en Italia entre 1918 y 1939, con
alcances en otros países europeos, en igual período, cuyos exponentes visibles
fueron: Benito Mussolini (Italia, 1922), Adolf Hitler (Alemania, 1933) y
Francisco Franco (España, 1936).
Es fascismo, como movimiento,
accionar político e ideológico, es explicado de distintas maneras; pero,
cualquier explicación está asociada al ejercicio del poder y la actuación del
Estado; por consiguiente, resulta absurdo, aún en su versión ideológica,
atribuir tal denominación a la actuación
de los particulares o individualidades. Es fascismo, en concreto, objetivamente,
es una práctica política del Estado, orientada a construir el totalitarismo
estatal y la subordinación de la vida económica a los dictados del Estado
totalitario. En la Italia de Mussolini, se arengaba a las masas, como ocurre en
nuestro país, con las frases siguientes: “El pueblo es el cuerpo del Estado y
el Estado es el espíritu del pueblo. En la doctrina fascista, el pueblo es el
Estado y el Estado es el pueblo. Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada
fuera del Estado.”
El gobierno de Venezuela, desde
hace más de 15 años utiliza igual
lenguaje. “Todo dentro de la Constitución-que soy yo- el Estado, nada fuera de
ella”. El pueblo, que es el Estado, es el poder popular, y, el poder popular,
soy yo, el Estado. De esta manera se engaña a la masa - pueblo y se cautiva su
fervor para la defensa del Estado totalitario, lo que da origen a sangrientas
dictaduras, porque el fascismo es violencia, es guerra. En consecuencia, cuando
el gobierno actual de Venezuela califica o descalifica a la población con el
mote de fascistas porque, con sobradas
razones, sale a la calle a protestar, lo
que hace, simplemente, es una proyección de su propia conducta, es decir,
atribuye a la conducta de terceros la suya, la que lo identifica como
gobierno-Estado totalitario y, usa la expresión pueblo, a su conveniencia. Para
el gobierno, el pueblo, no es la población total del país, sino su grupo de apoyo, sus mercenarios,
nacionales y no nacionales, las masas adoctrinadas y armadas para su defensa, los colectivos,
los camisas negras, rojas o verdes, los encapuchados, los
motorizados, a quienes les ha concedido
la licencia para delinquir y agredir desde todo punto de vista a cuanta persona
pase por su lado, tan es así, que en Venezuela, puede hablarse, ya, de un gobierno motorizado, y, disculpen los
motorizados la generalidad, porque, a
decir verdad, son ellos los que gobiernan en el país, en la acepción que el
gobierno tiene de la palabra gobernar: hacer lo que le viene en gana. El
fascismo se vale de algún elemento que resulte atractivo, por ejemplo, el
racismo, la religión, la lucha de clases, la pobreza, etc, para explotar un
sentimiento que utiliza en su favor para atacar violentamente a quien considere
su adversario. Todo esto lo estamos viviendo en Venezuela en estos momentos.
Fascistas no son los estudiantes, las amas de casa, los campesinos, los trabajadores,
los profesores, etc, que protestan porque no son escuchados, no encuentran que
comer, no tienen trabajo, no pueden cultivar su pañuelo de tierra, no hay futuro. Fascista es el gobierno que utiliza
los cuerpos armados para arremeter con furia contra los manifestantes. Ningún
estudiante acude a una marcha armado. El monopolio de las armas es del gobierno
y de nadie más. Los muertos y heridos que hemos tenido en los últimos días son
muertos y heridos causados por la actuación de los cuerpos armados del gobierno
nacional, reconocido, inclusive, por sus propios militantes, en un esfuerzo de
sinceridad y remordimiento de conciencia.
El gobierno grita al unísono las
palabras fascismo y paz. Perfecta antinomia. Por un lado, insulta, agrede,
veja, humilla a la población y la llama
fascista, es decir, violenta; pero, sólo, a la población que no está de su
parte. Por otro lado, llama a la paz, a luchar por la paz. Ahora, es el
gobierno de la paz.
La paz, como bien lo advirtió las Naciones
Unidas en su nacimiento, cuando fue
creada la Organización Internacional del Trabajo, a raíz de la Primera Guerra
Mundial, y lo ha venido predicando la Iglesia Católica en la Encíclicas
Papales, no es sólo la ausencia de la guerra, es, por el contrario, al igual
que la OMS define la salud, la ausencia
de la guerra y, a su vez, un estado o
situación general de bienestar social y convivencia ciudadana; es, el respeto a
la disidencia, al sometimiento a determinadas reglas, a la
opinión pública, la satisfacción de las necesidades humanas y, en definitiva,
el respeto a los derechos humanos en atención a la dignidad y especial
naturaleza de los seres humanos.
La paz no se vocifera, no se
proclama, no se predica; por el contrario, la paz se practica, se construye, con un actuar
político permanente que admita al adversario, al otro, al oponente, con todos
sus atributos. Cuando se habla de protestas pacíficas se entra en un discurso
que no tiene salidas. Ninguna protesta puede ser pacífica, por cuanto, el hecho
mismo de protestar por algo y ante algo, supone un estado de malestar en la
persona y, el malestar, es opuesto a la paz. Lo que debe evitarse es que la
protesta sea armada porque el uso de las armas conduce a la guerra. Las Fuerzas
Armadas son preparadas, en cualquier lugar del mundo, para la guerra, no para
la paz, de manera, que, si el gobierno quiere paz y busca la paz, envíe a los
cuerpos armados a sus cuarteles. Permita que la gente se exprese libremente,
que, si existen, como objetivamente existen, motivos para la protesta, se
proteste; al gobierno corresponde oír la protesta, sí, la misma tiene
fundamento, rectificar, cambiar el rumbo
de las cosas, no humillar ni agredir a los manifestantes. Porque eso,
precisamente, es el fascismo, la violencia. Tampoco la paz es únicamente
diálogo. La paz es acción, es actuar en la búsqueda de las condiciones que
permitan el desenvolvimiento de una vida digna
para todos los seres humanos.
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